Más allá del impacto positivo de la música sobre nuestra salud emocional y física, sus beneficios tienen un alcance mucho mayor y es que cuando escuchamos música estimulamos la actividad cerebral. Se ha demostrado que tocar un instrumento facilita el aprendizaje y según un estudio publicado por la Universidad de Helsinki, escuchar a Mozart ayuda al desarrollo intelectual al activar ambos hemisferios cerebrales, maximizando el aprendizaje y la retención de información. También puede ayudar a prevenir el impacto de enfermedades neurológicas como el autismo, el Alzheimer y el Parkinson al mejorar la comunicación neuronal, la elasticidad y la plasticidad del órgano.